El pasado fin de semana se realizó en Lima un congreso de estudiantes escolares católicos llamado Vivencia. Vivencia es un Congreso de Estudiantes Católicos que busca ofrecer a los jóvenes de los últimos años del Colegio un espacio de encuentro con Dios a través de actividades espirituales, pláticas sobre temas que devienen del lema escogido, momentos de diálogos en grupo, en donde los estudiantes descubren que son valiosos sus aportes para poder iniciar un cambio y que primero deben comenzar por ellos mismos. Asimismo hay juegos, teatro, videos, entre otras actividades.
El lema de este año fue "¡No tengáis miedo!, Él no quita nada y lo da todo", como se puede ver muchas de las reflexiones se dieron en torno a lo que experimenta el joven actual: El miedo.
Pero, ¿miedo a qué? ¿A una persona, una cosa, o un animal? En realidad es un miedo más profundo: a comprometerse, a arriesgarse, a tomarse las cosas en serio; miedo a perder, a no ser correspondido, a ser engañado, a quedarse solo. Son cosas que los jóvenes de ahora sienten; y este es un miedo que te paraliza, que te angustia, que te inhibe, que te hace retroceder ante una situación y que bloquea la mente evitando que pueda responder de la manera adecuada en el momento oportuno. Y esto genera una frustración en la persona, al no poder desplegarse a causa de este miedo.
Para poder avanzar, seguir adelante, desplegarnos debemos vencer ese miedo... pero, ¿Cómo?
Recuerdo que cuando era niño, tenía miedo de caerme al aprender montar bicicleta, pero recuerdo que mi papá me dijo: "No te preocupes, yo estoy acá contigo. Si te caes yo te agarro." y fue así como recuperé la confianza y me aventuré a montar bicicleta. Como este ejemplo puedo poner muchos al respecto, de que una de las mejores maneras de vencer el miedo es confiando en alguien, que te puede ayudar a superar el miedo. En el último ejemplo confiar en mi papá me hizo superar el temor de caerme y lograr montar la bicicleta.
Esta confianza en alguien debe tener algunas características. En primer lugar se debe confiar en una persona que siempre diga la verdad. La honestidad siempre es importante y es el primer paso para una mutua confianza; si sabes que una persona te dice siempre la verdad, tienes la seguridad de que para ayudarte no te mentirá (o en su defecto si no tiene la capacidad de ayudarte te lo dirá y no te engañará). Otra característica es que esta persona quiera lo mejor para ti, osea que debe desear tu bien, porque eso lo va a llevar a esforzarse al máximo por ayudarte. Una tercera característica que debe tener una persona para poder confiar en ella es que tenga autoridad en lo que dice y hace: nadie que no sabe manejar un avión te va a decir que sí puede hacerlo, pues no tiene autoridad en aeronáutica. Del mismo modo alguien que te va ayudar debe estar capacitado para hacer lo que dice.
La cuarta característica que debería tener esta persona es que te conozca y que no te juzgue. Es importante que uno confíe en ti para ayudarte, que no tenga reparos en arriesgarse por ti, y eso sólo lo hace una persona que no te juzga a pesar de que sabe cómo eres. Una quinta característica es que esta persona tenga personalidad, para que pueda mantenerse firme en su decisión, a pesar que las cosas se pongan difíciles. Esta es una característica de deberían tener todos nuestros amigos, ya que se mantienen con nosotros en las buenas y en las malas.
Por último, y lo más importante, la sexta característica que debe tener una persona para que confiemos plenamente en ella para vencer nuestros miedos es que pueda vencer cualquier mal.
Ante esto sale la pregunta ¿Quién es capaz de cumplir todas estas características? Particularmente yo no conozco a ninguna persona que pueda vencer cualquier mal. Y esto nos deja sólo una opción: en quien podemos confiar plenamente para vencer nuestros miedos es en el Señor Jesús.
Porque como sabemos él siempre dijo la verdad. Fue una persona honesta y sincera, aunque eso le costara la enemistad de muchos. Él no tenía miedo de decir lo que pensaba y lo decía con claridad. Esto lo podemos ver en la manera como le hablaba a los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!” [1]
Obviamente que también Él quiere lo mejor para nosotros siempre, pues vino a este mundo para enseñarnos cómo debemos vivir para alcanzar nuestra felicidad [2].
Jesús siempre tuvo autoridad cuando hablaba y cuando actuaba, cabe recordar que siempre hablaba con autoridad en la sinagoga [3]. Él no habla por hablar sino que sabe muy bien de lo que habla, conoce y entiende; no es ajeno a la realidad, y es por eso que puede alzar la voz y hacerse escuchar. También hay que recordar la energía con la que corrió a los mercaderes del Templo [4].
Él nos conoce, conoce nuestros pecados y nuestras miserias, y aún así nos sigue amando. Cuando los fariseos le llevaron al Señor Jesús a la mujer adúltera para que la condenara a ser apedreada, Él no la juzgó y le dijo que ya no peque más, sin importar lo que ella pudo haber hecho antes [5].
El Señor Jesús también tiene una personalidad impactante, Él era manso, espiritual, profundo. El pasaje más representativo de esto es el momento de la Pesca Milagrosa [6], donde Él le pide a Pedro algo impensable: echar las redes al mar luego de una larga noche sin frutos en la pesca. Pedro pudo haberse negado a esta petición, pero lo que respondió fue: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero en tu palabra, echaré las redes». Después de esto Pedro lo deja todo para seguir a Jesús, confiando plenamente en Él.
Otro ejemplo de la personalidad de Jesús es cuando estaba en Nazaret y los pobladores intentaron despeñarlo, pero Él, antes de que lo empujen por el barranco, se abrió paso entre ellos y se marchó [7]. ¿Cómo habrá sido la mirada de Jesús (y su postura) para poder abrirse paso entre la gente que quería despeñarlo? Algo realmente fuerte para haber realizado eso.
El Señor Jesús también venció todos los males. Pero no hablemos de enfermos curados, ciegos que vuelven a ver o cojos que pueden andar, si no del mal más grande de la humanidad: la muerte. Jesús en la cruz venció a la muerte y nos hizo partícipes de la vida de Dios nuevamente.
Estas son sólo 6 razones por las que podemos confiar plenamente en el Señor Jesús, Él nunca nos abandonará si hacemos una opción por la verdadera vida cristiana; y mucho menos nos quitará algo que queremos: lo único que nos puede quitar es la tristeza o nuestros males para darnos gracia y bendiciones, y si nos llega a quitar algo bueno es para darnos algo mucho mejor.
El lema de este año fue "¡No tengáis miedo!, Él no quita nada y lo da todo", como se puede ver muchas de las reflexiones se dieron en torno a lo que experimenta el joven actual: El miedo.
Pero, ¿miedo a qué? ¿A una persona, una cosa, o un animal? En realidad es un miedo más profundo: a comprometerse, a arriesgarse, a tomarse las cosas en serio; miedo a perder, a no ser correspondido, a ser engañado, a quedarse solo. Son cosas que los jóvenes de ahora sienten; y este es un miedo que te paraliza, que te angustia, que te inhibe, que te hace retroceder ante una situación y que bloquea la mente evitando que pueda responder de la manera adecuada en el momento oportuno. Y esto genera una frustración en la persona, al no poder desplegarse a causa de este miedo.
Para poder avanzar, seguir adelante, desplegarnos debemos vencer ese miedo... pero, ¿Cómo?
Recuerdo que cuando era niño, tenía miedo de caerme al aprender montar bicicleta, pero recuerdo que mi papá me dijo: "No te preocupes, yo estoy acá contigo. Si te caes yo te agarro." y fue así como recuperé la confianza y me aventuré a montar bicicleta. Como este ejemplo puedo poner muchos al respecto, de que una de las mejores maneras de vencer el miedo es confiando en alguien, que te puede ayudar a superar el miedo. En el último ejemplo confiar en mi papá me hizo superar el temor de caerme y lograr montar la bicicleta.
Esta confianza en alguien debe tener algunas características. En primer lugar se debe confiar en una persona que siempre diga la verdad. La honestidad siempre es importante y es el primer paso para una mutua confianza; si sabes que una persona te dice siempre la verdad, tienes la seguridad de que para ayudarte no te mentirá (o en su defecto si no tiene la capacidad de ayudarte te lo dirá y no te engañará). Otra característica es que esta persona quiera lo mejor para ti, osea que debe desear tu bien, porque eso lo va a llevar a esforzarse al máximo por ayudarte. Una tercera característica que debe tener una persona para poder confiar en ella es que tenga autoridad en lo que dice y hace: nadie que no sabe manejar un avión te va a decir que sí puede hacerlo, pues no tiene autoridad en aeronáutica. Del mismo modo alguien que te va ayudar debe estar capacitado para hacer lo que dice.
La cuarta característica que debería tener esta persona es que te conozca y que no te juzgue. Es importante que uno confíe en ti para ayudarte, que no tenga reparos en arriesgarse por ti, y eso sólo lo hace una persona que no te juzga a pesar de que sabe cómo eres. Una quinta característica es que esta persona tenga personalidad, para que pueda mantenerse firme en su decisión, a pesar que las cosas se pongan difíciles. Esta es una característica de deberían tener todos nuestros amigos, ya que se mantienen con nosotros en las buenas y en las malas.
Por último, y lo más importante, la sexta característica que debe tener una persona para que confiemos plenamente en ella para vencer nuestros miedos es que pueda vencer cualquier mal.
Ante esto sale la pregunta ¿Quién es capaz de cumplir todas estas características? Particularmente yo no conozco a ninguna persona que pueda vencer cualquier mal. Y esto nos deja sólo una opción: en quien podemos confiar plenamente para vencer nuestros miedos es en el Señor Jesús.
Porque como sabemos él siempre dijo la verdad. Fue una persona honesta y sincera, aunque eso le costara la enemistad de muchos. Él no tenía miedo de decir lo que pensaba y lo decía con claridad. Esto lo podemos ver en la manera como le hablaba a los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!” [1]
Obviamente que también Él quiere lo mejor para nosotros siempre, pues vino a este mundo para enseñarnos cómo debemos vivir para alcanzar nuestra felicidad [2].
Jesús siempre tuvo autoridad cuando hablaba y cuando actuaba, cabe recordar que siempre hablaba con autoridad en la sinagoga [3]. Él no habla por hablar sino que sabe muy bien de lo que habla, conoce y entiende; no es ajeno a la realidad, y es por eso que puede alzar la voz y hacerse escuchar. También hay que recordar la energía con la que corrió a los mercaderes del Templo [4].
Él nos conoce, conoce nuestros pecados y nuestras miserias, y aún así nos sigue amando. Cuando los fariseos le llevaron al Señor Jesús a la mujer adúltera para que la condenara a ser apedreada, Él no la juzgó y le dijo que ya no peque más, sin importar lo que ella pudo haber hecho antes [5].
El Señor Jesús también tiene una personalidad impactante, Él era manso, espiritual, profundo. El pasaje más representativo de esto es el momento de la Pesca Milagrosa [6], donde Él le pide a Pedro algo impensable: echar las redes al mar luego de una larga noche sin frutos en la pesca. Pedro pudo haberse negado a esta petición, pero lo que respondió fue: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero en tu palabra, echaré las redes». Después de esto Pedro lo deja todo para seguir a Jesús, confiando plenamente en Él.
Otro ejemplo de la personalidad de Jesús es cuando estaba en Nazaret y los pobladores intentaron despeñarlo, pero Él, antes de que lo empujen por el barranco, se abrió paso entre ellos y se marchó [7]. ¿Cómo habrá sido la mirada de Jesús (y su postura) para poder abrirse paso entre la gente que quería despeñarlo? Algo realmente fuerte para haber realizado eso.
El Señor Jesús también venció todos los males. Pero no hablemos de enfermos curados, ciegos que vuelven a ver o cojos que pueden andar, si no del mal más grande de la humanidad: la muerte. Jesús en la cruz venció a la muerte y nos hizo partícipes de la vida de Dios nuevamente.
Estas son sólo 6 razones por las que podemos confiar plenamente en el Señor Jesús, Él nunca nos abandonará si hacemos una opción por la verdadera vida cristiana; y mucho menos nos quitará algo que queremos: lo único que nos puede quitar es la tristeza o nuestros males para darnos gracia y bendiciones, y si nos llega a quitar algo bueno es para darnos algo mucho mejor.
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[1] Mt. 23, 27
[2] Ver Gaudium et Spes, 22)
[3] Ver Lc. 4, 16-28
[4] Ver Mt. 21,12-17
[5] Ver Jn. 8, 1-11
[6] Ver Lc. 5, 1 - 11
[7] Ver Lc. 4, 22 - 30